miércoles, 28 de julio de 2010

Hay vivencias que aunque parezcan insignificantes nos marcan a fuego. Sensaciones que queremos repetir sea como sea, cosas que nadie más que vos puede entender.



Lo que nos define como personas es el modo que tenemos de sentir. Lo que nos define como hombres es cuanto nos animamos a sentir.


¿Podes estar vivo si perdiste tu capacidad de sentir? Dejas de sentir y vas separándote de lo que alguna vez fuiste. Vas dejando de ser vos hasta olvidarte de quien sos.

¿Todo es relativo?
Hay momentos en los que el tiempo parece detenerse. Todo ocurre en pocos segundos, pero para vos es una eternidad. El tiempo se vuelve espeso, tenso.



Un observador externo verá que todo ocurre rápidamente, pero para el que lo está viviendo desaparece la noción del tiempo. Todo depende del punto de vista. Todo depende del observador.


En esos momentos comprendemos que nada es absoluto y que todo es relativo ¿o no?


¿Cómo se puede estar absolutamente seguro de algo si todo el tiempo hay cosas que relativizan todo?


¿Uno deja de ser bueno cuando hace algo malo? ¿Existe el malo absoluto, el bueno absoluto?


Nosotros vivimos en un mundo perfecto, sin fallas ¿Existe algo sin fallas? ¿Existe un mundo absolutamente perfecto, algo absolutamente perfecto?


Cuando crees una verdad absoluta no hay lugar para las contradicciones.


Si todo es relativo no hay nada malo, no hay nada bueno, no hay nada feo, no hay nada hermoso.


No es cierto que todo es relativo, hay cosas que son absolutas. Esas cosas son las que le dan sentido a nuestra vida.


La vida es un laberinto de cosas relativas. Y cada tanto nos encontramos con algo absoluto.